Boda en el Castillo de la Arguijuela – Nada puede frenar al amor.
La boda en el Castillo de la Arguijuela de esta encantadora pareja fue algo que nunca olvidaré dentro de las historias como fotógrafo de bodas:
A primera hora de la tarde ya sufríamos el calor tan peculiar de la provincia de Cáceres y de camino al domicilio de Antonio, nos encontramos la primera de las dificultades, las calles de medio Cáceres se encontraban cortadas por un importante campeonato de ciclismo… menos mal que ya estábamos avisados y vinieron a nuestro rescate para conseguir llegar en hora y poder comenzar con los preparativos en casa de Antonio. Aquí todo transcurrió con absoluta normalidad, pero aunque nada lo hacía sospechar, se avecinaban problemas…
Poco más tarde nos dirigimos al Parador de Cáceres, allí nos esperaba Estefanía, algo intranquila debido a que la maquilladora se había retrasado más de lo normal con motivo de las dificultades para moverse por la ciudad. Por si trabajar en el Parador no fuera suficiente lujo, enseguida descubro que el vestido de novia pertenece a uno de mis diseñadores favoritos, un elegante modelo de San Patrick que he de reconocer, me dejo impresionado.
Pero se nos venía el tiempo encima, Estefanía aún no terminaba con su maquillaje y la hora se acercaba. Por si esto fuera poco algunos invitados que venían de fuera llegaron tarde al autobús que les acercaría al lugar de la ceremonia y comenzaron las llamadas y los nervios. Cuando ya estábamos preparados para dirigirnos a celebrar la boda en el Castillo de la Arguijuela mediante una ceremonia civil, otro imprevisto, el coche de la novia no conseguía acceder hasta el Parador.
Solución: Vamos a llamar a un taxi. Tampoco, nos informan desde la central que al estar todo cortado los taxis no cogen clientes en esa zona… Ya era la hora, Estefanía cogió su móvil y llamo a Antonio para ver si él ya se encontraba allí, pero otra sorpresa, Antonio aún no había llegado debido a un problema de salud de uno de los invitados al que tuvo que acompañar al hospital…
Pero fue aquí, cuando parecía que ya nada podía salir peor, cuando ocurrió, a mi juicio, lo más bonito de toda la boda, desgraciadamente, solo yo pude presenciarlo al encontrarme realizando unas fotos en ese momento: Estefanía se sentó en el borde de la cama, agotada por la situación, y le dijo a través del teléfono: «Mira rubio (así llama ella a Antonio) yo aún estoy aquí y no se cuando llegaré, pero tú estate tranquilo, yo voy a ir a casarme contigo sea como sea, así que no te preocupes que yo me remango el vestido y empiezo a caminar hasta que llegue». En ese momento supe que todo iba a salir bien, que aunque con algunas dificultades, todo tendría un buen final.
Tras unos lagos minutos los coches lograron accéder, y llegamos al Castillo para dar comienzo a una bonita ceremonia civil al aire libre. Ya nada más podía salir mal, bueno si!! aún nos esperaba otra sorpresa, uno de los anillos se perdió y Estefanía tuvo que ponerse uno prestado por la madre de Antonio en medio de la ceremonia!! Pero… ¿sabéis qué? que al final la boda fue un éxito, que nos lo pasamos de maravilla y que como dije en el título, nada puede frenar al amor…
Al finalizar la ceremonia civil, Antonio y Estefanía «huyeron» hacia el cocktail en un precioso Sidecar decorado para la ocasión, servicio proporcionado por Salisidecar. Y a continuación dio comienzo el banquete, a la vera del Castillo pudimos disfrutar del toque maestro en los platos de mano del chef César Ráez, especialista en combinar la cocina de vanguardia con los deliciosos platos extremeños de toda la vida.
Un lugar precioso y lleno de magia que permite disfrutar de todo tipo de celebraciones. Todo ello rodeados de una cuidada decoración, en parte gracias al esfuerzo de los novios quienes realizaron muchas cosas a mano para sorprender a sus invitados, minutas, meseros, libro de firmas, candy bar, photocall y fuegos artificiales como broche de oro para un día tan especial.
Y para terminar os dejo con algunas de mis imágenes favoritas de esta boda… Gracias a todos los que compartisteis conmigo este día, sin vosotros nada hubiera sido igual.